domingo

Vuelo



"Tan melancólicamente inasibles como el recuerdo de ciertos sueños,
o como la felicidad de algunos pasajes musicales."

viernes

Un par de demonios y agua hirviendO

Lo amaba. Él era en lo único en lo que pensaba. Día y noche, noche y día, noche y noche. Su corporeidad me asombraba e hipnotizaba. Había tanto de él que no comprendía y que sin embargo aceptaba. Lo prefería así, lleno de misterios y de colores vivos. Sus ojos me dejaban atónito, sus manos, sus arrugas, su piel… su piel. Tenía todo, y yo amaba todo de él. Tras sus suspiros iba yo, agarrándolos al vuelo y guardándolos en el bolsillo.
Odiaba dejarlo atrás, alejarme de su persona, despegarme de su figura. Pero debía ser paciente, no podía seguirlo a todas partes. No debían verme en determinados lugares, hubiera sido inexplicable, incómodo, onírico. No podía imaginarme junto a él en su oficina, o dentro de su propia casa, o en las noches oscuras y cobardes. Yo sólo podía asomarme, debes en cuando… como algo fugaz, tenue. Pero nunca mostrarme tal cual, en toda mi extensión. Eso sólo ocurría los cálidos mediodías, donde la nostalgia desgarraba mi calma, y lo seguía de forma explícita… para que me viera, me sonriera, me pisara, me jugara.
Claro que yo era algo común para él. Los hombres ya no se preguntan, ni se asombran. Ya no les importa la nube, ni el pájaro, ni la lágrima. Soy nada, algo que no molesta, pero que tampoco importa… ni siquiera algo. Soy la imagen perdida, una película vieja, un caset. Sólo un contorno, un contraste. Una masa gris, confundible, camuflable. Soy…¿ soy?
No puedo llorar, ni mentir, ni soñar. Soy tan limitado, tan estructurado. Lo que él hace yo lo hago. Aunque prefiero la distorsión en determinados momentos y me tomo la libertad de hacerlo un poco más irreal, sigo pisando sus talones e imitando, como un estúpido monito de feria, todos sus movimientos, todas sus manías.
Como todos, paso por crisis. Como casi todos, lo amo y lo odio, y lo vuelvo a amar. Me he tratado de enamorar de otros como yo, de olvidarme de su sonrisa perdida y sus ojos juguetones. Pero a todos los de mi especie les pasa lo mismo que a mi, todos perdemos la cabeza rápido y somos bastante tercos. Y viendo a mis pares, corriendo ridículamente tras sus amores no correspondidos, casi rozando el delirio y sin un ápice de de orgullo propio, me veo. Me doy asco y me siento uno con la masa. A la noche, en la quietud exasperante de mis pesadillas, el sol es demasiado fuerte y duele ser yo.
Sé que si me mato, el morirá también. Porque sí, puedo morir. Sólo tengo que invocar algunos demonios imaginarios que me tiran agua hirviendo y me despegan suavemente. Yo casi no lo siento, pero en el instante en que me voy, él cae en la más profunda de las fiebres. Y en sueños, en memorias tácitas de delirios cuerdos, sabrá que está solo y que esa soledad lechosa y cristalina durará para siempre. Que una parte de él se fue con el agua, con los demonios. Que ni el juego, ni el mediodía y ni siquiera el sol serán los mismos sin su sombra-

Calipso 

CAER O NO CAER ESA ES LA CUESTIÓN



Desprenderme del borde y rezar a un Dios invisible. Beber mi sudor agridulce y sorprenderme al no tocar fondo. Hastiarme hasta el delirio de la interminable espera. Incertidumbre que no me deja soñar, que no me deja llorar. Y llegar, y no ser, y que el golpe no te duela tanto como esperabas. Y que el alivio te envuelva, y que la nada te coma, que te consuma el minuto, que te engulla el segundo. Pasar a ser polvo, a ser tierra. Ya no fingir, no dudar, no callar, no pelear, no temblar, no susurrar, no tararear, no ... ya no. Mejor, caer.

Calipso 
Sentite libre, explorá, descubrí. Te invito a que nos descifremos y simulemos comprendernos desde donde estemos. Soñemos a imaginarnos. El alivio de una visita, aunque sea sólo una ráfaga.